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En la evolución del marketing hasta los tiempos actuales, el denominado marketing de influencia ha ido transformándose, desde la utilización de personajes famosos, del mundo de la televisión, el deporte, etc., hasta la contratación de personas con un menor impacto mediático o social, pero con una influencia en los consumidores con mayor potencial, son los llamados micro-influencers.
Estos micro-incfluencers son todas las personas que nos rodean, amigos, familiares, compañeros de trabajo, que transmiten mayor credibilidad que los famosos.
Todo comenzó por el año 1950, cuando el actor John Wayne protagonizó una campaña publicitaria para la marca de tabaco Camel, donde se trasladaba el mensaje de un mayor sabor sin irritaciones de garganta como efecto secundario. Tras la llegada de Internet, las caras más conocidas de la sociedad han sido las utilizadas para la promoción de películas, productos de alimentación, viajes, hoteles, videojuegos, zapatillas….
El problema con estos influencers famosos ha venido siendo el de la credibilidad, y las marcas se han dado cuenta de ello. Si un actor o actriz, en un momento bajo de su carrera, nos anuncia un producto, todos sabemos que está aprovechando anteriores éxitos profesionales para sacar un dinero extra, probablemente utilizando los últimos momentos de su fama. La palabra clave es confianza.
Está demostrado que los consumidores cada vez confían menos en lo que las marcas los dicen o prometen, y mucho más en lo que les transmiten, fruto de su experiencia con el producto o servicio determinado, las personas de su entorno privado, es decir, aquellos contactos de las redes y foros sociales, comunidades online, y sitios Web especializados en consumo, compras, etc. En la actualidad, por tanto, cualquier persona es un influencer en potencia, con un poder de convicción mucho mayor que los rostros más conocidos.
El reto que tienen por delante los departamentos de marketing, es conseguir que estos consejos recibidos por los consumidores de los micro-influencers, tenga el impacto adecuado, una vez que se sepa que estas personas han cobrado una cantidad determinada por recomendar un producto determinado.
Para las empresas de publicidad, y en general todo departamento de marketing, se trata de localizar a los consumidores que puedan ofrecer la imagen adecuada, o generar las sensaciones que se buscan en el conjunto de los demás consumidores, y optimizar su poder de influencia en las redes sociales, uno de los instrumentos con mayor valor a la hora de conseguir un alcance global de las campañas de publicidad.
Entre los caracteres que un micro-incluencer debería tener, está su capacidad para participar en las redes sociales, posicionándose sobre el uso de un producto por simple afición o pasión, sin intereses particulares en el mismo, ni intermediación con agencias de representación, o publicidad, etc. Además, deben transmitir cierta afinidad con la marca que recomiendan. Hay que tener en cuenta que las redes sociales con mejores resultados, en este sentido, son Facebook, Twitter, Instagram y Pinterest.
Aunque el alcance de estos micro-influencers no es tan alto como el de las celebrities, es decir, no tienen un número de seguidores ni siquiera parecido al de ellos, su poder de engagement, de convicción, es muy superior.
Otras características de estas personas con capacidad de convicción deben ser:
Hay varios métodos. El más directo es la identificación de los usuarios avanzados de la página corporativa, los denominados “power uses”. Además de ser los consumidores habituales de los productos, pueden convertirse en los mejores prescriptores sobre ellos.
Las redes sociales son el lugar ideal para localizar a estos “pequeños prescriptores publicitarios”. Para localizarlos en ellas hay que trackear los hashtags propios y los asociados, tener muy presente quién menciona la marca y con qué objetivos en foros, grupos, etc. Con esta finalidad, las empresas no sólo deben revisar las redes sociales en las que están presentes, sino también otras similares.
Una vez localizados, hay que dedicar el tiempo adecuado a conocer sus temas preferidos, su experiencia como consumidores, su veteranía en los foros en los que están, etc. De esta forma, cuando la marca contacte con ellos, tendrá todos los datos precisos para captar su atención y que la propuesta que se les realice tenga el éxito esperado.
Lo principal es definir expectativas y objetivos a alcanzar. Es preciso controlar el presupuesto a destinar para las acciones publicitarias con ellos, los objetivos de retorno económico a conseguir, el alcance de las campañas, etc.
Frente al uso de las grandes celebrities, capaces de promocionar cualquier cosa por grandes sumas de dinero, trabajar con micro-influencers y prescriptores más humildes es, cada vez, más efectivo. Con un tono accesible y creíble llegarán a los consumidores transmitiendo más confianza y con mayor capacidad de persuasión, y todo ello con mejor desembolso económico.
Sobre el Autor
Francisco Rubio
CEO de ExpacioWeb, Director Ejecutivo de Pull Comunicación y Director de Proyectos en Marketing Surfers. Apasionado de los viajes y la fotografía, y amante del deporte diario.
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